martes, 3 de diciembre de 2013

Las costras de Berlín

La frase "no tuvo infancia" puede tener, mas que implicaciones sobre la psique de quien recibe dicho juicio sumario, aplicaciones: cuando nos referimos a denominar ciudades que conocemos. Por ejemplo, Berlín es un niño peleonero que durante toda su vida se ha dado unos buenos raspones. Las rodillas de Berlín son una superficie llena de costras que demuestran que este chamaquito sí tuvo infancia. Una infancia que ha marcado las de millones de hijas e hijos de la madre tierra. Este cabrón fue el cabecilla de los bullys que les quitaban el lonche a los judíos en el recreo y los encerraban en cámaras de pedos.

La idea de hablar de costras, y no cicatrices, tiene que ver con que las primeras no cuentan con el estatus de intocables como lo suelen poseer las segundas. Si tienes 8 años y una costra de relieve escarpado como el de esas placas doradas que ponen en edificios y puertas -normalmente un mapamundi-, lo más seguro es que no te importe que un adulto te diga que no te la quites. La arrancarás, harás tsss, y verás puntitos rojos aparecer por aquí y por allá como animación de compañía telefónica que presume de cada vez tener más puntos de venta alrededor del mundo. Las costras se quitan, duelen, e inmediatamente una nueva capa se forma.

Los alemanes han tenido muchas, pero sólo me enfocaré a las que he visto en lo que llevo de este viaje: la calle Dircksenstrase, la east side Gallery (mejor conocida como el muthafuckin muro de Berlín) y el Museo de la Stasi.


1. Dircksenstrase


La idea de hablar sobre Berlín en términos de costras -asqueados, relájense: igual encuentro otro término para las siguientes crónicas- surgió precisamente mientras caminaba por esta calle a sugerencia de Anaelle y Maelisse, unas francesas con las que me tocó compartir cuarto en el hostel en el que estoy en estos momentos.

La publicidad de conciertos, obras de teatro y todo tipo de eventos se pega en las paredes. Pero no sé si se deba a que hay una huelga de limpiadores o a que simplemente así se dan las cosas por acá, pero nadie lo remueve. Todo lo contrario. (Y contrario al costrizaje, más bien sedimentos)  ¿Han visto las sábanas de papel que colocan los puestos de lotería en México? Algo similar pasa acá, sólo que son rígidas capas de papel pegadas encima la una de la otra. Los resultados son estos:






Obviamente el encuentro con estos carteles fue fortuito. Íbamos con la idea de toparnos con arte urbano en el que las ilustraciones o grafiti se plasma en papel que posteriormente es pegado sobre los ladrillos de los puentes por los que pasa el metro de Berlín. Hay narrativas interesantes, la que más me llamó la atención fue el de una serie de mujeres en posición de baile detrás de un listón como el utilizado por la policía pero con la inscripción "it's time to dance".






Quizás una forma de señalar que el derecho de las mujeres a divertirse o disfrutar de un lugar puede ser donde sea y no en áreas delimitadas.


2. Berlin Mauer East Side Gallery


Derrumbado en 1989 luego de separar vidas desde 1961, el muro de Berlín fue intervenido por muralistas en el 2009 para conmemorar el vigésimo aniversario de la caída de un símbolo del desencuentro humano con una serie de imágenes y puntos de vista que celebran la diversidad y la tolerancia. Estas son unas postales:







Me desconcertó un poco ver a gente tomándose fotos con un muro tan infame detrás y rayoneándolo también, pero luego me relajé: además de necesitar arte buena onda -llega a cansar que muchas de las obras son hiper políticamente correctas al punto de parecer una portada del Despertad! de los testigos de Jehová- el muro necesita que se le falte al respeto aunque sea con manifestaciones tan frívolas como "Johnny was here". Es un monumento histórico al que debe pitorreársele por solemne y rígido.

Quizás a sabiendas de ello, el gobierno alemán ha reaccionado tibiamente, con pequeñas placas conmemorativas que en letras chiquitas llaman a no dañar el muro. Tener gente vigilando un muro que fue durante décadas vigilado es un despropósito. Ni que fueran a tener cámaras para espiar a la gente todo el tiempo. Eso es de alemanes.

A ver, ¿qué?


3. El sueño que quita el sueño


¿Qué hay de malo en querer compartir un sistema de organización social en el que las aspiraciones colectivas y las oportunidades son iguales para todos? En que se cree que la idea es tan impoluta, que no cabe ninguna disonancia.

Bajo esa premisa, la Stasi se las ingenió para espiar sistemáticamente a los alemanes durante décadas.

Con la caída del muro, las puertas de lo que era el Ministerio para la Seguridad del Estado (STASI, en abreviatura alemana, fundada en 1950), se abrieron en 1990 con la finalidad de que todo ciudadano alemán tuviera acceso a los archivos que el gobierno fue redactando sobre ellos.



(En verdad, el turista promedio sólo tiene acceso fácil y rápido al edificio 1, donde se encuentra la oficina de Erich Mielke, quien dirigió este organismo de 1957 a 1989. El complejo alberga 48 edificios. En el 7 se pueden consultar archivos, pero "nos puede tomar un mes", me dijo un empleado cuando fui, con toda ingenuidad, a preguntar por el famoso expediente del escritor mexicano Juan Villoro).

En las primeras salas, te encuentras con afiches de rostros de alemanes que fueron martirizados por sus posturas en contra del sistema. De hecho, te puedes sentar en las sillas que están enfrente de las que sostienen los afiches. ¿Qué les preguntarías?




No te he dicho todavía de qué lado estás tú.

La austeridad de la República Democrática Alemana se ve reflejada en cada detalle del edificio, que el gobierno intenta conservar tal y como fue encontrado una vez que fue disuelta la Stasi. Los colores son ocres y apagados, como si alguien tomara toda la hojarasca de otoño, la separara por los tonos menos luminosos y la redistribuyera en forma de cortinas, sillas y escritorios.




La propaganda, por otra parte, habla de un mundo ideal que sólo existía en las cabezas de los poderosos. De un mundo que Corea del Norte y Cuba intentan reproducir en 2013.




El uso del casco en zonas de construcción es obligatorio en todo el mundo. Pero en Alemania del Este era obligatorio para la mayoría de los pósters.





Por último, la obsesión por pensar que el ciudadano es tu enemigo llevada al paroxismo. Con ustedes, Voyeurilandia:






Espero compartirles mañana otros detalles que me gustaron tanto que prefiero que tengan su propio espacio. Será un post más corto, pero creo que les gustará.



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